miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un esbozo del Retrato de Dorian Gray

La pluma y el manejo de un excelso lenguaje permiten gozar de una obra literaria que abre los sentidos de una filosofía diaria en cualquier parte del mundo y en una sociedad de antaño y otra de las más modernas.
En realidad, Oscar Wilde con su obra El retrato de Dorian Gray, despierta muchos sentidos opuestos de la filosofía cotidiana. Hace que los protagonistas se debatan en las charlas con temas diversos entre hombres y mujeres de edades diferentes y de opiniones también encontradas, en una sociedad de alto linaje.
Cuando tuve en mis manos esta gran obra, mi curiosidad iba acrecentando por la manera de cómo Basil Hallward se dirigía a Dorian Gray al momento de posar para él en cuanto se proponía a pintar el cuadro del esbelto, hermoso y brillante joven de unos 19 ó 20 años de edad.
La belleza y juventud de Dorian Gray despertó mucho interés aquella ocasión en que lord Henry llegó a saludar a Basil quien los presentó e instantáneamente hicieron amistad los dos desconocidos. Ese mismo día la gran obra quedó concluida, pues Dorian Gray se mostró todo un caballero, no se opuso en nada como en otras ocasiones. Por su parte Henry y Basil charlaban sobre los sucesos de su entorno, este comportamiento permitió que el pintor lograra concluir la obra.
Al momento de la despedida de los dos recién conocidos, parece que en Basil afloró un celo, lo que no sé si fue carnal o un amor genuino de hombre a hombre, porque Henry estaba invitando para esa misma noche a Dorian Gray a una cena, a lo que el hermoso muchacho cedió como si fuesen amigos ya consuetudinarios.
Basil no pudo más que ofrecer la llegada del cuadro enmarcado al domicilio de su propietario, y no hizo más aclaraciones, porque ya los dos amigos habían hablado mucho sobre lo hermoso del cuadro que exactamente encarnaba en la imagen viva de quien había posado para ese retrato, obra maestra de Basil Hallward.
Después de las varias veces que se visitaban Dorian Gray y Henry, el dueño de la belleza y la juventud poco a poco absorbía la filosofía de su recién conocido amigo quien poseía grandes capacidades retóricas y una elocuencia que las más de las veces asombraba a quien lo escuchaba, aunque en ciertas ocasiones no coincidían en algunas de sus disertaciones burlonas de la vida.
Esta recién encontrada amistad, a mi parecer, despertó en el hermoso muchacho el interés por los desenfrenos, pues había noches en que visitaba lugares no de su alcurnia, pero en uno de ellos conoció a Sybil Vane, para él una hermosura de mujer, aunque despertó sus encantos el manejo del arte en aquel teatro en el que trabajaba representando a la inmortal Julieta de Shakespeare, pero este amorío duró poco. Vane una mañana amaneció muerta después de una discusión con su Príncipe Azul. Muy poco le duró el remordimiento a Dorian después de la visita de Henry.
Así en el transcurrir de los meses, Dorian Gray no dejaba de admirar su propia belleza en el cuadro que decidió verlo solamente él, no lo mostraba a nadie porque cada día el retrato se deformaba en las facciones físicas que sentía cada vez que aparecían remordimientos por la conducta que estaba descubriendo en sí mismo. Fácil se terminaba su temor a la vida, qué le preocupaba, heredero de una gran fortuna material, belleza, juventud y muchas amistades. Tal vez su desgracia terminaría porque un joven con todas estas características no desea nada, todo lo tiene a su alcance, todo lo compra y todo lo tira. Una vida así es vana, pero Henry hizo en él un cambio prematuro.
No obstante, parece que lord Henry no fue el culpable completo de la vida del pobre Dorian Gray. Aquella belleza y la juventud no dejó que creciera como un humano natural, en él había emociones trastocadas y esto se debía a la metamorfosis que sufrió después de que Basil había terminado su pintura. El joven Dorian no cambiaba en nada, ni física, ni emocional y tampoco espiritualmente. Así concluye una vida sin haber logrado ni dado nada así mismo, ni a una sociedad.

Harto por el terror sobre la muerte de Basil y todas las culpas que Dorian Gray estaba padeciendo, se debían principalmente al retrato. Una noche decidió deshacerse de esa monstruosa obra, tomó el cuchillo con el que había dado muerte al creador de ésta, y en su mente estaba en destrozar a cuchilladas el retrato para que las obsesiones desaparecieran. No pudo completar su proyecto, cuando se dispuso a arremeter en contra del retrato, un grito espantoso se escuchó por toda la casona; la servidumbre y los transeúntes se percataron de aquellos sollozos, y qué pasó; Dorian Gray yacía en el piso. La belleza había desaparecido, en él se percibían arrugas por todo el cuerpo, era una fatalidad todo el cuerpo, no tanto porque había fenecido, sino porque la belleza y la juventud de aquel hombre, se esfumaron como el aire.
ÁNGEL CASTRO ORTIZ